YAGUARÓN. Sencillo por fuera, majestuosa por dentro | Horizonte

Existen lugares donde uno puede encontrarse, encontrarse a sí mismo, y notar que a su alrededor hay otros centenares de personas, también para encontrarse. En esos lugares de encuentro que eriza la piel, y está a tu espera el recuerdo satisfactorio de haber estado en el lugar. Como aquel lugar placentero que no conoce de fronteras, distancia, y trasciende más allá de las emociones: “el abrazo, en forma de corazón, a la Iglesia San Buenaventura”.

Hace un año, con la estremecida luz de la tarde, la sorprendida Iglesia corría sus velos para desnudar su majestuosidad y esplendor en recibimiento del extraordinario abrazo de centenares de corazones que se unían para formar un solo corazón.

Así, el paso de la historia afinaba su instrumento para tres días de momentos inolvidables de música y construcción de ciudadanía. Mientras las delegaciones provenientes del país y del exterior emprendieron rumbo con destino a la ciudad, Yaguarón desvelaba su gran nobleza en gestión institucional y comunitaria.

En un silencio de la luna por las calles y las galaxias en un espacio sin precedente, Yaguarón erguía su piel sonando al mundo, en torno a, entre otros grandes temas, la conmovedora melodía de la guarania “Che Pykasumi”, del gran Maestro Cecilio Valiente, al unísono de la Mega Orquesta compuesto por 1.322 músicos que, a cada nota y pieza musical, le daban el mayor sentimiento y corazón de sus vidas.

Hasta hoy, en lo más recónditos rincones, aún reposan las melodías y el calor de los abrazos que ornamentan y perfuman el majestuoso Templo y nuestra bendita ciudad.

Que Yaguarón haya sido sede de la gran fiesta juvenil de mayor jerarquía, impacto y transformación a nivel país: el “Festival Nacional de Orquestas Juveniles Sonidos de la Tierra", solemnizó el paso de la historia por la ciudad y por la cúspide del sueño de todo un pueblo que ha ido avanzando en la senda de grandes conquistas a lo largo del tiempo, el presente de aquel futuro de toda una generación ancestral.

Sentir amor propio por un YAGUARÓN, sencillo por fuera y majestuosa por dentro, es el más alto honor de los ciudadanos que día a día lo hacen posible con el corazón noble y abierto, el mismo cálido corazón que abrazó al Templo San Buenaventura con tanto cariño.

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Foto: Gentileza, Fotociclo / Sonidos de la Tierra. Disponible en línea

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